A lo largo de mi vida y sin proponérmelo, no he dejado de viajar. Tenía dieciséis o diecisiete años cuando volé, por primera vez, a México. A partir de ese primer vuelo, presté las alas de los aviones para viajar a distintos países y ciudades de América Latina, Europa, Asia y África. Desde entonces, no he dejado de viajar, de observar y de aprender. Mis viajes no son sólo exteriores o hacia afuera, hacia otros sitios o lugares, también viajo al interior de mí misma. Ya vividos ciertos años, comprendo que este, el interior, es el viaje más difícil pero el más gratificante que un ser humano puede emprender. Gracias a ese viaje, he conseguido comprender muchas cosas sobre mí misma, sobre lo vivido, sobre mis errores y aciertos, sobre lo que merece y no merece la pena, sobre la finitud del tiempo y lo trascendente que resulta saber cómo, en qué y con quién lo gasto. También viajo al interior de las personas que me rodean. Para eso me sirve la escucha. Estoy atenta a lo que dicen quienes asisten a mis talleres, mis alumnas y alumnos, mis amigas y amigos y mi familia.
Ese permanente viajar hacia el afuera y hacia el adentro, sumado a mi amor particular por las aves, me llevó a crear este blog y a ponerle por título “Alas para volar” utilizando una parte de aquella famosa frase de Frida Kahlo: “pies para qué los quiero si tengo alas para volar” Homenaje a la valentía, a la creatividad, a la pasión por la vida.
Este blog es un espacio de reflexión, de comunicación y de análisis sobre algunas de las cosas que me preocupan, me emocionan y me interesan. Como el feminismo, el amor, la dignidad, los vínculos de pareja, la cooperación internacional y su sentido último, las desigualdades y todo el sufrimiento que provocan, las violencias, las pobrezas de las mujeres, el respeto y el buentrato, entre muchos otros.
Guatebuena en mis recuerdos
Mi paso por Guatemala renueva cada vez, ese vínculo amoroso que siento por el país cuando recorro sus caminos, cuando, por ejemplo, voy hacia la costa y siento su calor y dejo que mi mirada se pierda a lo largo de extensas llanuras secas, pintadas de oro y sepia. [...]
Con A de Amor
Hace ya algunos años fui con Marcela Lagarde al Palacio de Hierro, esa gran tienda por departamentos de la Ciudad de México. Me acompañaba a comprar un vestido para asistir a la boda de una querida amiga. Conversábamos animadamente mientras nos paseábamos por entre telas, trajes y vestidos practicando [...]
Volar
Ayer rugieron ráfagas de viento contra la ventana. Silbaba al colarse, furtivo, por entre las rendijas y resquicios que el uso y el tiempo han dejado en las puertas y ventanas de mi casa. El día, vestido de gris plomo, bailaba enloquecido al ritmo del viento. Los días como [...]